Arte Con La Naturaleza

Comencé a esculpir en el sur de Francia, en el corazón de las Alpilles, con mi mentor Costa Coulentianos. Después de aprender inicialmente a esculpir metal, evolucioné gradualmente hacia creaciones que se alineaban con mi compromiso con la naturaleza. Aquí presento algunas obras seleccionadas de este recorrido.

Fontaine Solaire, Cosmica

Fontaine Solaire, Cosmica, de Patrice Stellest, se erige como una obra fundamental en el camino del artista, marcando la transición entre su exploración del arte cósmico y su compromiso con una simbiosis con la naturaleza. Este dibujo, a la vez complejo y visionario, traza los contornos de un cambio hacia una nueva forma de expresión artística en la que la tecnología y la naturaleza coexisten armoniosamente.

La composición está dominada por formas geométricas afiladas y dinámicas, que evocan estructuras arquitectónicas futuristas al tiempo que conservan una fluidez orgánica. Estas formas, que recuerdan a destellos de luz o cristales, simbolizan la energía solar, el elemento central de la fuente imaginada. La elección de estas formas, rígidas y elegantes a la vez, ilustra la fusión de la naturaleza y la tecnología, un tema recurrente en la obra de Stellest. Reflejan una energía controlada y canalizada que permanece viva, lista para alimentar la creación y sustentar un movimiento perpetuo.

Los colores utilizados, principalmente tonalidades de azul, violeta y negro, otorgan a la obra una dimensión cósmica, evocando la vastedad del universo mientras se mantiene anclada en una realidad terrenal. Estos matices crean un juego de sombras y luces que dan vida a la composición, sugiriendo el brillo del agua bajo la luz del sol, un elemento fundamental de la fuente solar imaginada por Stellest.

La fuente en sí, aunque representada de manera abstracta, se distingue por una disposición armoniosa de sus componentes. Parece elevarse del papel, lista para surgir y cumplir su papel como fuente de agua perpetua. Esta idea de un flujo constante, una energía ininterrumpida, se materializa a través del uso repetido de motivos circulares y líneas ascendentes, simbolizando tanto el movimiento del agua como un ascenso hacia una conciencia superior.

Más allá de su atractivo estético, este dibujo encarna una visión profundamente filosófica: la del arte que ya no es meramente contemplativo, sino que interactúa con su entorno, extrayendo fuerza de la naturaleza mientras respeta su equilibrio. La fuente solar aquí se convierte en una metáfora de esta interacción, un modelo de sostenibilidad donde la energía natural se utiliza para crear un ciclo de vida autosostenido.

Al integrar la energía solar en la obra, Stellest da un paso audaz hacia lo que él llama «arte con la naturaleza», un concepto que va más allá de la mera representación para abrazar una verdadera colaboración entre los humanos y el entorno. Fontaine Solaire, Cosmica es, por lo tanto, más que un dibujo; es un manifiesto visual para un futuro en el que el arte, la tecnología y la naturaleza convergen para crear algo nuevo, perpetuo y profundamente armonioso.

Esta obra presagia los desarrollos futuros de Stellest, mientras continúa su búsqueda de equilibrio entre las fuerzas naturales y la expresión humana, siempre guiado por una visión cósmica del lugar de la humanidad en el universo.

Cabeza Solar

Nacida de una colaboración con el físico Bernard Gitton, la escultura Cabeza Solar de Patrice Stellest es una obra visionaria que cristaliza la interacción entre el arte, la tecnología y la naturaleza. Creada a principios de la década de 1990, se erige como una figura emblemática de una época en la que la energía solar, aún naciente, representaba un sueño tecnológico prometedor pero distante. Stellest, en un gesto a la vez poético y audaz, captura esta utopía y la traduce en una obra tangible, casi viva.

Esta escultura, hecha de una variedad de materiales —madera, metal, circuitos electrónicos— parece evocar una cabeza, un casco o un busto futurista. Sus líneas son a la vez robustas y orgánicas, sugiriendo un híbrido entre lo humano y lo mecánico, una visión donde ambos coexisten armoniosamente. Las formas geométricas, pintadas en negro, blanco y azul, recuerdan los motivos abstractos del constructivismo, pero aquí son reapropiadas para expresar una nueva energía, la que se extrae del sol.

Lo que hace a la Cabeza Solar particularmente cautivadora es su carácter funcional. Equipada con paneles solares y luces LED azules, se recarga durante el día para iluminar durante la noche, como un árbol resplandeciente, como una luciérnaga. Esta capacidad de transformar la luz solar en energía visible por la noche la convierte en una obra cinética, en perpetua interacción con su entorno.

Los elementos de la escultura, como cables tensos, discos y bobinas, evocan mecanismos tanto antiguos como futuristas, como si Stellest hubiera extraído de un pasado imaginario para anticipar un futuro en equilibrio con la naturaleza. La base sólida y circular de la escultura sostiene este conjunto complejo, acentuando la idea de anclaje y conexión con la tierra.

La conversación telefónica entre Stellest y la fotógrafa surrealista Dora Maar, poco antes de su muerte, añade una dimensión emocional a esta obra. La fascinación de Maar con el concepto de la Cabeza Solar da testimonio del atractivo intemporal de esta escultura, que trasciende generaciones y movimientos artísticos.

En suma, la Cabeza Solar es un canto a la innovación sostenible, un testimonio de la capacidad del arte para aprovechar los avances tecnológicos sin perder de vista una profunda reflexión sobre la interacción entre la humanidad y su entorno. Con esta escultura, Stellest no se limita a representar una idea; la materializa, la hace tangible y, sobre todo, le da vida.

Thomas Kellner

Stellephant

Stellephant, de Patrice Stellest, es una escultura creada en colaboración con el físico Bernard Gitton, que se erige como un monumento tanto crítico como poético: un conjunto de cuatro torres simbólicas que nos enfrenta a la brutalidad de la historia, la destrucción medioambiental y la resistencia inquebrantable de la naturaleza.

Un Ensamble de Historias y Penas
La escultura está compuesta por cuatro torres esbeltas, cada una estirándose hacia el cielo como si se elevara por encima del peso de la historia que carga. Estas torres, construidas con objetos eclécticos pero cuidadosamente seleccionados, narran la historia de la violencia colonial, la caza despiadada y el sufrimiento de los seres vivos, al tiempo que destacan una naturaleza que, aunque devastada, se niega a permanecer en silencio.

Torre #1: La Carga del Pasado
La primera torre, con sus maletas adheridas a un carrito de mano, acumula rifles y otros objetos relacionados con la caza, evocando el equipo de los cazadores de elefantes del siglo pasado. Estas maletas, cargadas de historia, simbolizan el peso de la colonización, donde los elefantes eran meramente recursos a explotar, y sus colmillos se convertían en trofeos o afrodisíacos, especialmente apreciados en Asia. La torre se convierte en una crítica a esta codicia humana, donde el deseo y la dominación justificaban la destrucción de majestuosas especies. Los objetos acumulados, como reliquias de una época pasada pero aún presente en nuestra conciencia, nos recuerdan que esta explotación continúa, revivida por nuevas formas de colonialismo económico.

Torre #2: Migración Forzada
En la cima de la segunda torre, un elefante—el «Stellephant»—se yergue sobre dos maletas, colocadas a su vez sobre una mesa muy alta. Esta imagen poderosa es una metáfora de los elefantes que, al igual que los pueblos indígenas, han sido obligados a migrar, a abandonar sus tierras hacia reservas donde su existencia queda confinada. Las maletas evocan tanto el viaje como el exilio, un estado de desplazamiento constante, sin poder asentarse verdaderamente. El Stellephant, la figura central de la escultura, representa no solo este exilio forzado, sino también la dignidad y la resistencia de aquellos que, aunque marginados, continúan luchando por sobrevivir. La creciente agresividad de los elefantes hacia los humanos en los últimos años se simboliza aquí como una respuesta desesperada a la invasión de sus territorios.

Torre #3: La Memoria de la Violencia
La tercera torre, con su silla de interrogatorio de la Segunda Guerra Mundial, introduce un elemento de violencia más directa. Las ruedas giratorias, que activan micrófonos altamente sensibles, son metáforas de la memoria, de cómo los actos de violencia son registrados, capturados, pero también distorsionados con el tiempo. La silla, un instrumento de tortura y sometimiento, se convierte aquí en el asiento de un doloroso recuerdo, donde cada giro de la rueda, cada sonido capturado, es un recordatorio de la crueldad humana. Esta torre sugiere que la violencia infligida a la naturaleza es también una violencia infligida a nuestra propia humanidad, una violencia que deja marcas indelebles.

Torre #4: El Grito de Revuelta
La cuarta torre reanima los sonidos capturados, transformándolos en un grito de revuelta que emana del Stellephant. Las ondas sonoras grabadas son reactivadas por una radio antigua, otorgando al elefante el poder de trompetear, de hacerse oír, de afirmar su derecho a existir. Este grito, amplificado por la tecnología, se convierte en una metáfora de la resistencia de la naturaleza, una naturaleza que no se dejará aniquilar sin expresar su sufrimiento. La radio de la década de 1930, con su aspecto envejecido y desgastado, simboliza la persistencia de estas voces, estos gritos, a lo largo de los tiempos, como un eco que se niega a desaparecer.

Una Obra Interactiva y Comprometida
Stellephant no es meramente una escultura para ser observada; es una obra que involucra activamente al espectador. Los diodos rojos, los sonidos reanimados, los objetos familiares pero transformados—todo en esta escultura está diseñado para provocar, para hacer que el observador se detenga y reflexione. Stellest utiliza el ensamblaje no para crear un simple collage de objetos, sino para construir una narrativa compleja e inmersiva que abarca épocas y culturas. Es una crítica aguda al legado colonial, una reflexión sobre el lugar de la humanidad en la naturaleza y un llamado a la responsabilidad colectiva para preservar lo que queda de nuestro mundo natural.

Así, Stellephant es una obra anclada en el pasado y orientada hacia el futuro, una obra que nos recuerda que la lucha por la supervivencia de la naturaleza es también una lucha por la supervivencia de nuestra humanidad. Stellest combina su preocupación ecológica con maestría artística, haciendo de esta escultura un fresco viviente, un monumento a la resistencia silenciosa pero poderosa de los elefantes y, por extensión, de toda la naturaleza.

Thomas Kellner

Stelleshoes

Stelleshoes de Patrice Stellest es una escultura cinética mecánica que trasciende la mera funcionalidad para convertirse en una compleja alegoría de la humanidad en movimiento, una reflexión sobre el paso del tiempo y la persistencia de las tradiciones culturales a través de las generaciones. Esta obra es el resultado de una colaboración rica y variada, que combina la ingeniosidad del físico-artista Bernard Gitton, la destreza de su asistente Sylvain Chabouty y la historia personal de Conchita, una aristócrata húngara que tuvo que reconstruir su vida tras la invasión soviética de Hungría.

Una Colección de Historias en Movimiento
En el corazón de Stelleshoes yace una colección ecléctica de zapatos, cada uno cargando una historia, una cultura, una época. Los zapatos rojos de baile chino encontrados en Nueva York, los zapatos de boda blancos de Los Ángeles y los moldes de zapatos de Italia, Francia y Bélgica forman un mosaico de narrativas culturales. Cada zapato, cada molde, encarna una generación, una tradición que continúa avanzando, caminando a través del tiempo, simbolizando a la humanidad en perpetua evolución.

Estos zapatos no están simplemente expuestos; están animados. Cuando el espectador se sienta en el asiento de metal finamente esculpido y comienza a pedalear, activa un mecanismo complejo: un sistema de pedales único fabricado por Singer a principios del siglo. Este movimiento transfiere la fuerza mecánica a los zapatos, que entonces comienzan a caminar. Este simple acto transforma la escultura en una experiencia interactiva, involucrando directamente al espectador en el proceso creativo. El sonido de los zapatos caminando, recreando el ruido de los pasos, las danzas y los momentos compartidos de alegría, se convierte en una banda sonora viviente que acompaña la contemplación de la obra.

Simbolismo y Colaboración
La colaboración entre Stellest, Gitton, Chabouty y Conchita añade una dimensión extra a la obra, uniendo la ciencia, el arte y la memoria personal. Gitton, con su experiencia en física y mecánica, aporta precisión científica a la escultura, mientras que Conchita, con su historia de resiliencia y adaptación, infunde una profundidad humana en la obra. Su contribución hace de Stelleshoes una obra que va más allá de los límites del arte para participar en una reflexión más amplia sobre la condición humana.

La elección de los materiales—madera, metal y objetos recuperados—añade una rica textura a la escultura, reforzando la idea de que la humanidad se forma a partir de los objetos y los recuerdos que conserva. La presencia de la radio de madera sobre el armario de los zapatos sugiere una conexión entre el pasado y el presente, un vínculo entre las voces de antaño y los pasos de hoy.

Un Viaje a Través del Tiempo
Stelleshoes es una meditación sobre el movimiento y la continuidad. Los zapatos, objetos ordinarios, aquí se convierten en vectores de una exploración poética del tiempo y la memoria. Caminando en el lugar, nos recuerdan que el tiempo nunca se detiene, que cada generación deja una huella, incluso cuando parece fusionarse con la siguiente. Los zapatos, que han viajado a través de continentes y épocas, encarnan las historias de quienes los llevaron—las esperanzas, alegrías y tristezas de quienes han avanzado, a veces contra todo pronóstico, hacia un futuro incierto.

Al pedalear, el espectador se convierte en parte de esta historia, un eslabón en la cadena ininterrumpida del tiempo. El sonido de los zapatos resonando en el espacio recuerda los ecos del pasado que nos siguen, incluso mientras nos dirigimos hacia el futuro.

Una Escultura Viviente y Participativa
En última instancia, Stelleshoes no es solo una escultura para ser observada, sino una obra para ser experimentada, para ser vivida. Invita a reflexionar sobre nuestro lugar en el continuo del tiempo, sobre las tradiciones que llevamos, sobre las historias que transmitimos. A través de su interacción directa con el espectador, se convierte en un espejo de nuestra propia humanidad, recordándonos que cada paso cuenta, que cada movimiento contribuye a construir un legado colectivo.

Así, Stellest logra crear una obra que es tanto íntima como universal, personal y colectiva. Stelleshoes es una oda a la humanidad en movimiento, una celebración del paso del tiempo y la resiliencia de las culturas a través de los siglos.

Thomas Kellner

Hello Dolly TV

Hello Dolly TV de Patrice Stellest explora temas de alienación tecnológica y manipulación masiva, confrontando al espectador con una reflexión aguda sobre el impacto de los medios y los avances científicos en la sociedad contemporánea.

Creada en Candes Saint Martin con la colaboración del físico-artista Bernard Gitton, esta escultura combina elementos de la cultura popular y objetos cotidianos, transformados en símbolos críticos de una época marcada por la industrialización del conocimiento y la repetición interminable de imágenes. La pieza central, un viejo televisor de baquelita amarilla de los años 60, se erige como una reliquia de un tiempo en que la tecnología aún se percibía como una promesa de un futuro brillante. Sin embargo, este televisor, ahora defectuoso y obsoleto, se convierte en un vehículo distópico: las imágenes que transmite son interminables, creando un bucle hipnótico que simula la experiencia pasiva y embotadora del consumo mediático.

Frente a esta pantalla, una silla lounge desgastada, cubierta de salpicaduras al estilo de Jackson Pollock, sugiere una presencia humana reducida al estado de un espectador pasivo. La pintura que fluye sobre la silla recuerda tanto la expresión artística libre como el caos subyacente de la modernidad, contrastando con el control y la repetición simbolizados por el televisor.

La cabeza de poliuretano de un hombre «pre-clonado» adherida al respaldo de la silla es una referencia directa al evento histórico del primer clonaje de una oveja, Dolly. Esta referencia no es solo biológica, sino también ideológica: la obra denuncia la estandarización de pensamientos y comportamientos, un fenómeno exacerbado por la difusión masiva y el condicionamiento mediático. El hombre clonado se convierte en un símbolo de la homogenización de la sociedad, donde la individualidad se subordina a los modelos predefinidos impuestos por los medios.

Una oveja de peluche colocada sobre una mesa junto al televisor refuerza esta analogía, recordándonos que las masas, a menudo representadas por ovejas, son fácilmente manipulables y propensas a seguir tendencias dominantes sin pensamiento crítico. La mesa de madera, con su diseño clásico, contrasta con la modernidad del televisor, destacando la intersección entre los valores antiguos y las tecnologías modernas.

Finalmente, el paquete de cigarrillos Gitanes colocado sobre la mesa, un símbolo de rebelión y no conformidad en el imaginario colectivo, se convierte aquí en un artefacto irónico, evocando una rebelión que, en la era de la televisión masiva y el clonaje, parece trivial y fútil.

Hello Dolly TV es una obra rica en símbolos, utilizando humor negro y la reutilización de objetos para ofrecer una crítica mordaz de la sociedad contemporánea. Stellest cuestiona la capacidad de los medios para moldear las mentes y homogenizar los comportamientos, al tiempo que anticipa un futuro en el que la tecnología podría deshumanizar a los individuos al convertirlos en meros receptores pasivos de información. Esta escultura, tanto lúdica como inquietante, nos invita a reflexionar sobre nuestro lugar en un mundo cada vez más dominado por las máquinas y las imágenes.

Green Babies Machine

La escultura Green Babies Machine de Patrice Stellest oscila entre lo absurdo y lo profético, un objeto artístico que busca ser tanto crítico como utópico. Inspirada por un momento trivial—la visión de un vibrador fuera de un supermercado exótico—esta creación toma forma en la imaginación del artista como una respuesta irónica y provocativa a la crisis ecológica global.

Esta máquina, resultado de una colaboración con Martin Buller y Markus Odermatt, ambos poseedores de un conocimiento técnico heredado de los maestros de la mecánica suiza, sirve como símbolo de la industrialización redirigida hacia un objetivo ecológico. Ensamblada con materiales diversos, la escultura evoca mecanismos que son a la vez rudimentarios y complejos, recordando las obras cinéticas de Jean Tinguely, el mentor espiritual de uno de los colaboradores. Las referencias a Tinguely son palpables en la propia estructura de la obra, que parece frágil, destartalada, pero paradójicamente funcional en su absurdidad.

Los elementos que componen Green Babies Machine—una rueda, una campana, cuernos estilizados y un objeto fálico—son artículos cotidianos reutilizados para convertirse en los engranajes de una máquina fantástica. En la mente de Stellest, esta máquina es capaz de producir «bebés verdes», una metáfora de una generación futura eco-consciente, una condición sine qua non para la supervivencia del planeta.

La aparente absurdidad de la obra oculta una reflexión más profunda sobre la industrialización descontrolada y sus consecuencias. La elección de los elementos y su disposición crean una tensión entre el humor y la gravedad, entre el juego y la advertencia. Stellest juega con los contrastes, creando un desfase entre el aspecto lúdico de la escultura y la seriedad de su mensaje ecológico. El proceso creativo, que mezcla el azar, la serendipia y la colaboración, refleja el enfoque de Stellest, donde el arte debe ser una aventura colectiva, abierta a lo inesperado y a la interdisciplinariedad.

En suma, Green Babies Machine no es solo una escultura; es una sátira mordaz de nuestra época, un manifiesto por un «boom ecológico de bebés» que podría darle al planeta una oportunidad de sobrevivir. Al canalizar su humor, su sentido del reciclaje y su pasión por los mecanismos, Stellest ofrece una obra que nos hace reflexionar sobre el futuro de nuestro mundo mientras lo parodia sutilmente.

Starman

Starman de Patrice Stellest es mucho más que una escultura; es una poderosa alegoría de la profunda conexión entre la tierra, el cielo y la humanidad. De pie, orgullosamente, con su esbelta silueta y los brazos extendidos hacia el cielo, el Starman encarna la mediación entre el universo y nuestro planeta. Este personaje, con su cabeza en forma de estrella, representa el sol, la fuente de toda vida y un símbolo de conocimiento universal y radiante. Esta estrella es más que un adorno; es un recordatorio constante de nuestro vínculo intrínseco con el cosmos.

Más allá de su forma icónica, Starman es una figura cósmica que captura la energía del universo y la redirige hacia la tierra. Los paneles solares en los hombros del Starman absorben la energía solar, un recurso vital y renovable, para redistribuirlo en la tierra. Este gesto aparentemente simple es, en realidad, una poderosa metáfora de la acupuntura universal, una práctica imaginaria en la que la energía cósmica se canaliza para sanar y reequilibrar nuestro ecosistema terrestre.

El corazón del Starman, que brilla en verde, es el centro neural de la escultura. Este corazón vibrante simboliza la vida, la regeneración y la sabiduría de los pueblos antiguos, que siempre han vivido en armonía con la naturaleza. Esta luz verde es un recordatorio de la sabiduría ancestral, a menudo olvidada, que es esencial para restaurar la armonía entre la humanidad y la naturaleza.

La simplicidad formal del Starman es un homenaje a Costa Coulentianos, maestro escultor griego y mentor de Stellest. Coulentianos, conocido por sus obras monumentales y estilizadas, enseñó a Stellest el arte de crear formas universales, accesibles y profundas. Las líneas fluidas y dinámicas del Starman, aunque simples, transmiten un mensaje complejo de interconexión y continuidad entre el cielo y la tierra. Esta estética estilizada permite que la obra llegue a un público amplio al tiempo que invita a una profunda reflexión sobre nuestro lugar en el universo.

El Starman, creado por Stellest a principios de la década de 1980, son figuras emblemáticas en su obra. Estos extraterrestres benévolos, con sus cabezas en forma de estrella, tienen la misión de liberar a la Tierra de la violencia y la contaminación. Representan una conciencia superior que vela por nuestro planeta, encarnando una fuerza protectora y benevolente. En 2010, Stellest presentó a estos personajes en su cortometraje Stellest Genesis, que ganó premios en todo el mundo. La película ayudó a popularizar aún más al Starman y reforzó su simbolismo como embajadores de una nueva era de conciencia ecológica.

La elección del nombre «Starman» es también un homenaje a David Bowie, cuya canción homónima evoca una figura mística de las estrellas, portadora de un mensaje de esperanza y transformación. Al adoptar este nombre, Stellest teje un vínculo entre la música, el arte y la ciencia ficción, integrando su obra en una continuidad cultural donde el arte se convierte en un vector de cambio social y espiritual.

Starman no es solo una escultura, sino un llamado a la humanidad para reconectar con sus raíces naturales y recordar que su supervivencia depende de su capacidad para vivir en armonía con el universo. A través de esta obra, Stellest nos recuerda a todos que estamos conectados y que cada gesto, cada acción, cuenta en la preservación de nuestro planeta. Con su estética, espiritualidad y compromiso ecológico, Starman se presenta como una obra mayor, un hito en la búsqueda de Stellest por un arte que va más allá de la mera contemplación para convertirse en un catalizador de transformación y reflexión.

Weather Clock

Weather Clock de Patrice Stellest encarna un equilibrio sutil entre arte y tecnología, diseñado como un mecanismo de vigilancia ambiental y conciencia sobre el cambio climático. Esta monumental escultura, a pesar de ser sorprendentemente simple en forma, se erige como un elocuente símbolo de nuestra frágil relación con la naturaleza. Sus formas fluidas y estilizadas evocan esculturas modernistas icónicas, recordando influencias como las de Constantin Brâncuși, donde la forma pura y abstracta lleva un significado universal. Pero más allá de la estética, Weather Clock es una obra profundamente interactiva, que involucra a los espectadores y los entornos en los que se instala.

El núcleo conceptual de la escultura se basa en la constante interacción con el clima. A través de su péndulo conectado a una red global de bases de datos meteorológicas, Weather Clock actúa como un centinela ecológico. El péndulo, visible en primer plano, encarna tanto la delicadeza como la inestabilidad del equilibrio climático. Mientras las temperaturas se mantengan dentro de los promedios estacionales, oscila pacíficamente, bañado en un resplandor verde, símbolo de la naturaleza en su estado equilibrado.

Esta simple oscilación revela la continua resonancia entre el universo y la tierra, un diálogo silencioso entre la humanidad y las fuerzas naturales que Weather Clock amplifica.
Sin embargo, esta armonía es frágil. Cuando ocurre una anomalía climática—temperaturas que superan las normas estacionales—el péndulo deja de oscilar. Esta inmovilización marca una ruptura simbólica con el equilibrio natural, ya que el resplandor verde se torna rojo, una alarma visual y poética que involucra inmediatamente al espectador. Este repentino cambio no es solo un dato factual, sino un mensaje universal sobre la necesidad de acción inmediata contra el cambio climático.

Cada día a las 8 p.m., Weather Clock emite una evaluación diaria. Si las temperaturas han permanecido dentro de los rangos normales, un rayo láser verde brillante se dispara desde la parte superior de la escultura, proyectando una luz de vida, esperanza y continuidad hacia el cielo. Por el contrario, si las temperaturas han superado los umbrales normales, un rayo rojo corta el cielo, un marcador visual impactante de la perturbación climática.
Este juego de luces transforma la obra en un reloj cósmico y ecológico, recordando a la humanidad que el tiempo se agota, que los recursos se están agotando y que la acción es urgente. El mismo nombre, Weather Clock, resuena como una urgencia, donde cada segundo cuenta.

En plena alineación con su compromiso con el arte con la naturaleza, Stellest ha equipado esta escultura con paneles solares, integrando así una dimensión sostenible y ética a su creación. Weather Clock se alimenta de la luz solar, la misma fuente de energía que monitorea, reforzando aún más la unidad entre el arte, la ciencia y el medio ambiente. Esta autosuficiencia energética es un recordatorio de que las soluciones existen y que la tecnología, cuando se usa sabiamente, puede armonizar la relación entre la humanidad y el planeta.

Pero más que una simple escultura, Weather Clock encarna el concepto de acupuntura universal tan querido por Stellest. Colocada en ciudades o pueblos, esta escultura se convierte en un marcador visual, un guardián silencioso, que desafía directamente a los transeúntes sobre la urgencia ecológica. Cada Weather Clock es un punto de energía, una señal constante de que el arte puede ser un vector de conciencia colectiva. En su elegancia formal y complejidad tecnológica, la obra revela que el tiempo no es infinito y que nuestra supervivencia depende de nuestra capacidad para respetar y preservar este frágil equilibrio.
Así, Weather Clock de Stellest es tanto un objeto de contemplación como de acción, una obra donde la belleza visual se combina con una clara misión ambiental.
A través de su sofisticado diseño y simbolismo, se convierte en un monumento intemporal, donde el arte y la tecnología se unen para despertar la conciencia y recordarnos, con cada oscilación, la precariedad de nuestro entorno y la urgencia de protegerlo.